Cuenta el premio Nobel Basevich Singer en uno de sus famosos cuentos judíos que “las mujeres de la comunidad se encontraban indignadas ante la falta de leche para la elaboración de unos dulces típicos en una determinada festividad. Acudieron con sus quejas al Rabino quién trasladó la cuestión al Sanedrín. Tras mucho pensar y deliberar resolvieron el problema dictando un decreto ordenando cambiar el nombre del agua por leche y viceversa. Ante la queja inmediata de que en este caso faltaría agua, la contestación fue evidente. Si pero ese problema lo resolveremos el año que viene”.
Sólo cuatro ideas:
1.- El nuevo sistema de colegiación cuyo proyecto está escondido a la espera de un momento electoralmente favorable va a convertir los despachos en algo radicalmente distinto de lo que conocemos (véase el camino de los Procuradores) y los jóvenes y sus familias verán nuevamente entorpecido, de forma gratuita, el acceso a la única salida existente en la actualidad a los estudios de derecho, exigiendo el nuevo sistema de años y medidas.
2.- Las exigencias europeas van a abrir el mercado a los grandes despachos de gestión europeos y la ley Ómnibus entregará cautivos y amordazados a los Abogados tutelando los derechos de los consumidores en contra de los sistemas de defensa profesionales que previsiblemente serán un buen caladero para los sindicatos.
3.- La justicia universal y gratuita, como la salud, es una oferta demasiado buena como para renunciar a ella durante mucho tiempo. Caiga quien caiga y ya sabemos quien cae siempre.
4.- La Mutualidad ha muerto transformada en un fondo de pensiones y el acceso a la Seguridad Social resulta económicamente inviable al tiempo que se limitan los accesos a la compatibilidad de pensiones entre sí y de estas con el trabajo, como hasta el momento.
Tras treinta años en el mejor de los mundos posibles, ya que no tenemos otro, creo haber hecho siempre los deberes y cumplido con todas mis obligaciones profesionales y con la máxima machadiana “Y al cabo nada os debo, me debéis cuanto escribo, a mi trabajo, acudo, con mi dinero pago el pan que me alimenta y el lecho en donde yago”. Por ello estoy cansado de decretos que cambien el nombre de la leche por agua para que sus autores escriban libros de memorias pidiendo disculpas a la historia. ¡Cuanta buena gente vive refugiada en el absentismo social y personal y acude diariamente a lo que un día fue un trabajo ilusionante!
Lo anterior son noticias de las últimas dos semanas y hacen previsible la necesidad de un colegio fuerte, unido y con las ideas tan claras como los ataques que se avecinan. Propongo crear un delito al que prive a los jóvenes de ilusión y los obligue a vagar por el mundo por falta de expectativas aquí. ¿Alguien sabe el nombre del Decano de los Abogados de España? Cuanto echo de menos a Pedro Rius y a tantos ilustres defensores de la profesión. Pero ojo al futuro. Por este camino los próximos músicos que pidan por las calles serán licenciados en derecho, medicina o arquitectura. Hay indignados por todas partes.
Fausto Suárez Álvarez
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